viernes, 31 de octubre de 2008

Tengo sed

Tic-tac, tic-tac, me están esperando. Debo entrar en las fauces de este gran cocodrilo, que me pide más. No puedo seguir postergándolo, no debería. Se alimenta de mi miedo, lo huele, lo emano. Las líneas que dibujan mi rostro, marcándolo como ganado son la evidencia necesaria para dar éste paso.

¡Campanita debería de estar harta de mí! ¡Quiero refugiarme en los juegos de té! ¡En los niños perdidos, en el polvo de hadas!

Y busco entre pedazos de sonrisas de sirena, el canto de los indios y el brillo de un garfio un hilo de esperanza al cual amarrarme. Ya es hora de rendir cuentas con aquel reloj aburrido de esperar.

Wendy te odia ¡No tengo nada más que ofrecer! Ya no puedo volar. Las sombras me están invadiendo, (¡creo en la hadas, creo, creo!). El peso de la responsabilidad, me tumba.

Tic-tac

Y este mundo comienza a parecerme ajeno. Los colores van perdiendo luminosidad, las sirenas se transforman en aire y la Tierra de Nunca Jamás desaparece. Ya no escucho risas, las voces se tornan hostiles, me invaden sentimientos que nunca antes había sentido. Siento la necesidad de ser, ser algo, no lo sé, alguien tal vez. Mi estómago se retuerce, mis manos sudan, mi espalda se contrae. Mi mirada es esclavizada, mis alas cortadas, mi existencia resumida a un escritorio.

Un escritorio, con algunas fotos de salidas a pescar, monótonos juegos de golf, y sonrisas estampadas en rostros. Algunos pedazos de papel colgando en la pared, símbolo de mi aparente sabiduría. Tan inhumano, impersonal, intangible.

Vestido de gris, me pierdo en un mar, esperando salir, flotar, vivir.

Mientras tanto Peter Pan, mis mejores deseos, fue un placer volar contigo, ahora le toca jugar a esta Wendy. Gracias por las sirenas y las montañas, aprender a volar y creer en las hadas. Gracias por la ingenuidad de tu mundo. Ahora permíteme llevarte al mío, dónde nos ahogaremos juntos en la panza del cocodrilo.

Ya es hora.

(…)

Cotidiano despertó esa mañana con una enorme sed, tras beber la mitad del bidón, el vacío aun seguía, la sed persistía. Un sentimiento extraño lo invadía haciéndole palpitar el párpado derecho.

martes, 28 de octubre de 2008

Estoy esperando un café

-Adelante. Estoy esperando. ¿Por qué tardaste tanto si siempre pudiste hacerlo? ¿Por qué dudaste el primer tiro y ahora que me encuentro bañado en sangre dudas del segundo? No eres más que un cobarde y lo peor de todo es que siempre lo supe. No… no es lo peor. Lo peor de todo es que siempre lo supe y nunca lo dije. Y aun peor que eso es que nunca necesite decírtelo para que supieras lo cobarde que podías llegar a ser. Y es por eso que no eres nada y pronto yo tampoco lo seré.

Y es que solo con un arma podrías siquiera llegar a ser algo. Y es que solo con un arma podrías llegar a ser un asesino del montón. Un neurótico frustrado por la sociedad. Un snob que exploto. Sin palabras, sin más razón, sin más pensar que el mismo matar. Sin más sentir que el metal y el sonido de un gatillo apretado cada instante un poco más.

Tienes suerte ¿sabes?... nunca pensé. No… Nunca esperé (mejor así), estar arrodillándome ante ti. Y tienes suerte porque es tanto el dolor que no puedo mantenerme de pie. Pero aun te miro. Miro tus ojos. Miro dentro de ti y sé que te jode que lo siga haciendo. Porque sabes y yo también se que seguirás dudando hasta después de haber apretado ese gatillo. Porque sabes que aun arrodillado ante ti, necesitas de mi para tomar una decisión. ¡Me necesitas mierda! Necesitas que te grite. Necesitas ese empujoncito que siempre te di para que puedas hacer algo y ahora arrodillado ante ti lo sigo haciendo. Sigo presionándote para que tomes una decisión y acabes con todo esto. Me estoy cansando. Y ahora duele más mi orgullo que la herida causada por tu disparo. ¡Me canso y me jode estar arrodillado y aun mas estar arrodillado ante ti! ¿Es que ahora también además de un loco de mierda te volviste sordo?

No llores… y si lo haces por mi va a ser peor. Si lo haces por mi será peor para ti. ¿Es que acaso nunca te dijeron que no debías ver los ojos de tu víctima. Dicen que si lo haces sus ojos te seguirán por siempre. En cada sueño… en cada comida… a cada instante. Probablemente eso es lo que quieres. Porque a pesar de todo yo siempre estuve en cada sueño y también en cada comida, también a cada instante. Siempre apoyándote. Siempre ayudándote a decidir. Y sigo haciéndolo aunque tu rostro se vuelva cada vez más borroso y tu voz cada vez más débil. ¿No te das cuenta que tu tampoco tienes a donde huir ahora? ¡Al carajo contigo! ¡Deja de llorar! ¡Pórtate como un hombre!

Jajaja… NO. Ya no importa quién muera primero. Después de esto los dos moriremos de algún modo. No me vengas con eso ahora. No con esos recuerdos ni con esas promesas que hicimos. ¡no me vengas con idioteces!
Lo diré solo una vez más... Adelante. Estoy esperando.

Me llamaste para tomar un café y conversar y aun sigo esperand
o.

sábado, 25 de octubre de 2008

Sin título 1

El lunático camina por los pasillos, estréllate en el hombre y piérdete en lo cotidiano.

Devuélveme las estrellas y los ojos.

¿De dónde saliste? ¿A dónde fuiste? Apagando su último cigarrillo de la noche.


Escena 2 toma 3, parque


El viento pasa a través de mí y no lo siento

Lamento mucho el día en que escapaste, pero no hoy

Lamento el día en que las banalidades de una vida monótona te consumieron, pero no hoy

El viento pasa. ¿A dónde fuiste? No te encuentro y hoy no lo intento.


Escena 2 toma 4, calles


Y es que people are strange when you are the stranger, dijo.

Me lo repito y el sabio se aleja, el también es un extraño.

Vuelve a mí y escapemos a sentir el viento

A fumar nuestro primer cigarrillo, dar nuestro primer beso

Vuelve a mi, stranger.

martes, 21 de octubre de 2008

A punto.

Parado al borde del malecón, cierro los ojos, extiendo los brazos y quiero volar.

El viento, esa dulce señora de la tarde que me embriaga entre tantos besos, acaricia mis manos, se filtra entre mis dedos, va removiendo mi casaca. Quiero perderme en tu seducción.

Me siento ligero, juego con la muerte, tentándola, dejando un pie suspendido en el vacío. El mar me sonríe, quiere que me pierda en sus fauces. Ahora esta gran serpiente plateada irradia una calma, como muy pocas veces lo ha hecho. Mis ojos parecen abrirse más de lo habitual.

Mis pupilas se dilatan, mis extremos se estiran como si la piel limitara mi cuerpo y este tratase de ir un poco más allá. Y quiero volar.

Entre tanto los árboles lloran, y sus lágrimas se las lleva el viento, hasta chocar conmigo. Mi cuerpo entorpece el recorrido, el viento lo sabe, deja de soplar. De repente, silencio, los besos dejan de embriagarme, la serpiente cesa de llamarme, mi piel vuelve pegarse a mí y los árboles dejan de llorar.

Y nada.

Y es que...

Simplemente no sé como contarlo, como decir tanto que hoy guardo. Simplemente las ideas no hablan por si mismas y necesitan de mi voz una vez más. Y sin embargo no sé cómo decírtelo.
Tal vez sea el miedo, tal vez son solo nervios de principiante. Tal vez solo la increíble distancia entre mis ideas y mi boca. Mi corazón y mi mente. Tú y la realidad.
Llevo tanto tiempo queriendo decir esto que guardo. Esto que espero compartir algún día y que ese día no llega aun. Y tú con quien espero compartir la carga, tampoco estas aquí. La verdad no sé si yo esté aquí en este momento. Las voces corren libres y capturo algunas palabras para transcribirlas.
Veo la situación desde afuera, es aun más confusa que su interior. Veo las palabras que pienso y como se niegan a la libertad. Veo tus pensamientos y como pintan la situación con tanta confusión. También los míos pintan. Esta vez verde. Y ahora otra vez confusión. Una lluvia de ideas confusión erosionando las palabras. Jugando con ellas y por fin creando oraciones confusión.
Creo que entendiste todo mal. Creo que nunca lo pensé todo bien y lo entendiste como debías. Confusión. Creo también que las voces nunca quisieron hablar y que las oraciones se escribieron como tenían que ser escritas no con más ganas que las de confundir. Y es que simplemente no sé como contarlo.

sábado, 11 de octubre de 2008

La foto

Clic.

Estoy congelado en un pasado irreal.

Con un clic, me atrapaste. Soy un objeto que brilla y respira encima de la mesa de noche dónde pones tus pastillas para la tos. Mi sonrisa latente, soldada a mi rostro, mis pómulos hinchados, casi a punto de estallar. Mi tres arrugas en la frente, algunas patas de gallo en los ojos, recordándome de esas noches abrazadas por las estrellas, y yo abrazando una botella de alcohol.

Mi ropa holgada, sin seguir un estilo de moda particular, unos jeans gastados. Un polo simple color verde y una casaca marrón. Nada grave, nada emotivo, todo realmente cotidiano.

¿Y en el fondo? No lo sé. El espacio que me rodea me es extraño. No recuerdo haber estado allí, no recuerdo haberlo soñado, ni siquiera recuerdo haber sentido ese torrente en la espalda previo al conocidísimo deja vú. Mis ojos se encuentran perdidos, observando fijamente hacia la supuesta cámara, autora de mi encarcelamiento.

Con un clic, me atrapaste. Y ahora reluzco, enmarcado en un vidrio. ¡Con qué facilidad soy tu objeto! No comprendo el lugar de la foto. Este pasado me es un misterio. No encuentro alguna pista que pueda indicarme la locación.

Seguiré observando tus pastillas para la tos, hasta que decidas qué hacer conmigo.

¡Oh!, ya recuerdo…

Calmadamente Violento

La distancia me atrapa y te aleja aun más. Sin embargo aun puedo ver dentro de tus ojos y respirar tu mismo aire. Puedo escuchar tus pensamientos y dibujarlos como míos, pero no puedo descifrarlos, aun menos entenderlos.

Una flor camina y se consume bajo el sol. Un viento agradable la despedaza pétalo por pétalo y
después, simplemente todo y nada.

Y ahora entre tantas voces solo escucho la tuya. La reconozco y la hago mía. Es tu voz lo que me guía y termina por perderme. Es ese sonido, pero no son las palabras porque solo las oigo y dejo su eco sonando por días en mi cabeza. Las palabras no las entiendo y ese sonido aun lo tengo en mi cabeza.

Entonces todo pierde sentido otra vez. Y el azul del cielo no es más azul. Y la flor no es más una flor. Pero sigue ahí. Intentando ser lo que no puede ser más. Comprendiendo que bajo ese cielo estaba perdida y bajo ese viento que solo sentía despedazarla se encontraba el sonido que una vez la había cultivado. Una risa que paseaba y la levantaba. La transportaba y jugaba con ella. Que ahora la abandonaba bajo ese cielo. Bajo esa suerte.

Eres tanto ahora que no sé que cuando estás tan cerca. Tiendo al error por los nervios. Tiendo a desaparecer en tu mirada y siento tanto miedo. Tiendo a pensarlo todo y olvidarlo en tus ojos. Tan calmadamente violentos y verdes. Solo me queda bajar la mirada y encontrarme con una flor que acabas de soltar.

De pronto soy yo desde el suelo y destrozado quien te ve conversando con alguien ajeno. Ajeno como una persona o una flor. De pronto soy Cotidiano.

De pronto soy una flor.

De pronto no soy más que yo y nadie a la vez. Y nadie con un destino compartido.