martes, 9 de septiembre de 2008

No me moleste mosquito, let me eat my burrito.

Hasta Morrison lo sabe, y está ahí en mi techo juzgándome, gritándome, don’t fuck with me mosquito. Como odio esas alimañas, no comprendo su existencia, son pequeñas jeringas esperándote, bichos macabros. Me alteran la vida, la rutina, el sueño y todos saben que con el sueño de Cotidiano nadie se mete, punto. Duermo. Sueño. ¿Qué cosa?, no me acuerdo, casi nunca lo hago. Es verano y una brisa entra a mi cuarto, simplemente perfecto me enfría lo justo y se despide, esta es una noche fantástica, de sueños fantásticos, por fin cierro los ojos, REM, y sueño.

Estoy en la selva, en una cascada, en el mar, vuelo, me encuentro a Peter Pan lo saludo y volamos, odio sus mayas verdes, le tiro un puñete y el cabro cae, adiós. Sigo volando por las nubes veo una estrella, quiero entrar y de repente…bzzz..bzzz..bzzz. Mierda como te odio bicho.

Esta oscuro, mis ojos ya se acostumbraron a la oscuridad, que flojera prender esa luz. El insecto me mira, me acorrala, sabe que quiero matarlo y juega conmigo y yo con mi almohada. Un golpe por aquí otro por allá…y silencio, ¡por fin! Cierro mis ojos con una sonrisa de satisfacción, luego de toda esa agitación, no logro conciliar el sueño, sin embargo luego de contar ovejas (por que realmente funciona) pude entrar en ese estado de casi sueño, donde tu cuerpo no pesa y esta en armonía total. Bzz, bzz, bzz. Me trato de esconder entre las sábanas y me pongo la almohada encima, maldito calor de verano, sudo como puerco y ahora si definitivamente no puedo dormir, morirás pequeño.

Salto de mi cama, misteriosamente en un apretado traje amarillo, una sexy peluca rubia y una espada samurai, en verdad no, pero sería genial. Prendo la luz ubico al individuo, me mira con su afilada boca, retándome elijo mi arma, la efectiva almohada, el bicho ni se inmuta. Inteligente, tal vez demasiado…tiro un almohadazo y huye. Lo persigo y vuela hasta el techo, se burla de mi altura, sabe que no puedo llegar. De repente lo pierdo de vista, ¿dónde se fue?

Apago la luz y espero…espero…bzz…bzz, prendo la luz y ahí está, no tengo con qué defenderme, mi almohada está lejos, las pantuflas son estúpidas y en eso la veo, iluminada y perfecta: mi zapatilla roja. Tomo mi arma apunto ¡bam!, chau pequeño maldito. Me acerco, le había dado solo al ala (mi puntería es una basura), aún estaba vivo, me compadezco, no es su culpa ser una máquina chupa sangre.

Siento algo en la pantorrilla, una picazón, miro, una roncha inmensa, roja, hinchada, y claro, soy alérgico a los mosquitos. Agarro mi zapatilla roja y acabo con su vida, ahora si Morrison me sonríe, no me moleste mosquito.

1 comentario:

neko dijo...

Gua! Yo hasta que no lo veo cadáver no paro! malditos bichos!