jueves, 18 de septiembre de 2008

Nací pez


"Nací pez. Ese fue mi destino, mi suerte, mis cartas, o como quieran llamarlo. Nunca intenté escapar de éste por lo que mi vida ha sido siempre cotidiana. Estoy consciente que por más que intente cambiar siempre seré un pez, entonces me limito a cumplir la función de éste. ¿Para qué hacer más? El resultado será igual. Intenté de niño una vez ponerme estratégicamente un par de algas en la cabeza para parecer un tiburón. Otro día me amarré las algas en las aletas para parecer un pulpo. El resultado era lo mismo: un pez disfrazado. Entonces ¿por qué me esfuerzo? No vale la pena, no tengo habilidades especiales para cazar que he desarrollado durante mi niñez, no tengo la facilidad para hacer casas, ni para detectar dónde se encuentran las mejores algas de la zona. Todo esto es aprendido y cultivado, requiere energía, tiempo y determinación. Yo me limité a aprender como construir una casa y saber cuando las algas estaban listas. A un depredador no le va a interesar que tan hábil eres. Cuando llegue la hora a nadie le va a importar dónde queda la mejor alga. Todo es un ciclo simple, todos formamos parte de éste aunque tratemos de llenarnos la cabeza con habilidades e intentos de perfeccionismo para sentirnos superiores y tal vez escapar de este ciclo. Sólo yo sé que no es así. Llegué a parar a éste lugar debido al ciclo, al destino, a mis cartas. No lucho, nací pez. Mis paredes de cristal me permiten observar el mundo exterior, me siento pequeño, pero no inútil y menos, intimidado. Se acercan un par de ojos a observarme, me analizan con aires de superioridad, ellos son esos que pueden detectar la mejor alga de la zona…”

Cuando Cotidiano despertó, no imaginó que hoy encontraría a un ser similar a él. Se levantó sintiendo una soledad de ésas que molestan y son persistentes. Sintió la urgencia de tener compañía. El compañerismo humano para Cotidiano, era distante, no le ofrecía seguridad absoluta y sentía que por ser de la misma especie lo conocería plenamente, y eso para él era aterrador. Cotidiano quería una compañía tranquila, sumisa y con una presencia sutil, sólo para recordarle que no estaba solo, como los focos tenues que prenden los niños que le temen a la oscuridad.

Decidió ir a la tienda de animales.

Una vez adentro sus ojos dieron un rápido paseo por el lugar. Nada pareció llamarle la atención. Los perros, los gatos o cualquier animal con patas, sería demasiada responsabilidad. Además la vibrante energía y felicidad que emanaban, intimidaba un poco su pasiva personalidad. Comenzó a ver los peces, se perdió en su mundo de colores por un instante, y pretendía permanecer así, hasta que una voz le pregunta qué animal esta buscando. Cotidiano explica que quiere un pez, pero no sabe cual y odia tomar decisiones. De repente al otro extremo de las peceras, había un pequeño pez suspendido en el agua mirando a la nada. Estaba solo. “Este pez se rehúsa a estar con los demás de su clase, los ataca, o se aísla, así que lo mandamos a una pequeña pecera, y parece contento ahí.” Lo había encontrado, la compañía perfecta. Lo observó unos minutos y sintió un alivio. Sintió al pez aliviado también, y sintió que había hecho una gran elección.

“Por más que intente cambiar siempre seré un pez…”

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