martes, 30 de septiembre de 2008

Entre mil mariposas y un Creador

Y observé la luz que emanaba el foco que había instalado hace ya unos días. Si es que los muertos realmente la viesen, sería hermoso mágico y seductor, una gran forma de decir adiós. Luz amarilla invade mis ojos, mi cuerpo, mi alma.

No se hasta que punto mi cuerpo contiene su forma o se funde entre los rayos. Mil mariposas estallan, aletean dirigiéndose hacia el creador, hacia la luz, hacia mis ojos. Densos puntos violetas reciben con un gran abrazo a mi córnea, y si, son mariposas.

Evito parpadear, no quiero perderme nada, ni un segundo en este edén. Mis ojos secos, cansados, luchan por permanecer estáticos, abiertos, en la nada. Mis energías van dirigidas hacia ellos y luego de grandes impulsos logro mantenerlos como quiero.

Como yo lo quiero, en la nada, mirando nada y a la vez todo. La luz no entra, rebota y regresa a casa, mis ojos no se lo permiten, ya no la sienten, ahora lo son.

Mi lagrimeo se encuentra estéril. Soy sequía, mi córnea el pueblo hambriento.

Y luz se difracta en mí.

El calor es subjetivo, así lo quiero. El calor se absorbe, no soy esponja. Soy superficie, yo difracto la luz. Mis ojos caen, mi energía lo percibe. Mi mente es paz, soy un río de luz y juguete de las mariposas. Soy su edén, y continúan aleteando.


Y observé la luz que emanaba el foco que había instalado hace ya unos días, no quiero perderme nada, ni un segundo.

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